Ángel Carromero Barrios declara en Cuba
Si no sabes no te metas, dice un proverbio efik que ilustra una de las paredes de El Callejón de Hamel, vía pública convertida en mural, emporio de cultura y recreación que dirige y anima mi amigo el babalao y artista Salvador González, en Centro Habana.
Si Ángel Francisco Carromero Barrios, descalificado subvertidor, le hubiese conocido y creído con anterioridad no habría cometido error tan grande.
Para algunos el caso ha terminado pues el pasado viernes 14 de diciembre nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores difundió una Nota Oficial que informa sobre la decisión del Gobierno de Cuba de acceder a la petición del Gobierno de España , en cuanto a autorizar el traslado del convicto a ese país, para que allí cumpla la sanción impuesta por el Tribunal Popular de la provincia Granma en octubre, a cuatro años de prisión, por conducta imprudente y responsabilidad dolosa en el accidenteque costó la vida a los ciudadanos cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero.
La historia de Carromero en Cuba fue corta y quizá risible si no fuese por lo atentatoria contra el pueblo cubano. Él y su escudero, el joven político sueco Jens Aron Modig, mintieron al entrar a Cuba al afirmar ser turistas y ocultar sus verdaderos fines de asesores y correos -algo así como dos corre-ve-y-dile-, de una facción de la derecha europea hacia uno de sus conjurados más aupados.
Recordemos que Payá había recibido todo el apoyo de los partidos europeos de tales tendencias, elevado por una fuerte y sistemática presencia en los medios de difusión y beneficiado en 2002, con el Premio Sajarov y la jugosa regalía correspondiente.
A ello llegó a lo largo de una “arriesgada” lucha desde 1980, atrincherado tras los sobres “premiados” enviados desde Europa, tal cual el entregado por los “mensajeros de la prosperidad”, en el fatal octubre pasado, antes de perder la vida.
Lo cierto es que Modig desde el principio de su detención, se hizo el sueco sobre el accidente y dijo que no había visto nada pues estaba dormido en ese preciso momento. “Libró” de responsabilidades en el suceso, las autoridades cubanas no le pidieron cuentas por el delito de apoyo a la sedición, fue liberado a los dos o tres días y salió para Europa como “perro que tumbó la lata”.
Acá se quedó el pichón de los impopulares gobernantes españoles, sujeto a juicio no por sus trajines subversivos sino por su irresponsabilidad homicida, y ansiosamente esperado por el presidente Mariano Rajoy y sus acólitos del Partido Popular (P.P.), que maniobraban para lograr su regreso, y presuntamente lo preferían expulsado de Cuba, muy probablemente para dejarlo en libertad en cuanto llegara a la Madre Patria. ¡De madre, Patria!
Por acá, las cosas se hicieron como se debe, con todo el rigor y transparencia incluso elogiado por las propias autoridades españolas, y naturalmente correspondía, y corresponde, que cumpla su justa sentencia pues hubo dos muertos debido a su probada negligencia. Por cierto que no se nos olvidan las tensiones surgidas entre los dos países por la posición de España contra Cuba, tras el ascenso del P.P.
Y así, transcurrieron unos meses más tras el juicio en esas deliberaciones entre los dos gobiernos, donde Cuba siguió su inveterada costumbre de guardar discreción y España tuvo que hacerlo también obligada por la consecución de sus intereses.
Lo cierto es que, finalmente, Carromero, junto a otro ciudadano español también sancionado por las autoridades cubanas, se beneficiarán del Convenio firmado en 1998 entre la República de Cuba y el Reino de España sobre Ejecución de Sentencias Penales, y están a punto de volar hacia Madrid, para cumplir en territorio español las respectivas penas de cárcel dictadas por los delitos cometidos.
Al parecer, fue una inteligente salida diplomática de ambos países, con apego a la juridicidad.
Solo me queda proponer una tarea escolar doméstica para las vacaciones de Navidad, conveniente para Rajoy, el Partido Popular y Ángel Carromero: Hacer mil líneas con la frase Debo respetar la sabiduría de la antiquísima cultura africana y la unidad del pueblo cubano junto a su Revolución.