Por Pedro Hernández Soto
Del comportamiento en nuestra Serie Nacional de Beisbol (SNB) sobre el tiempo promedio de extensión de los juegos de béisbol, el pasado año, no he encontrado datos, pero nadie se atreve a dudar que el resultado debe ser mucho más alto que en Grandes Ligas (MLB) donde en 2017 fue de 3:05 horas y 3:29 en los play-off.
Tanta demora es un importante asunto que conspira contra la comercialización en ligas foráneas y también, por qué no en los atractivos de las nuestras. El propio comisionado de la MLB, Rob Manfred , lo ha tomado en sus manos y trabaja muy fuerte, desde 2016, en lograr cambios sustanciales que permitan reducir este parámetro.
En estos momentos nuestra Comisión Nacional de Beisbol (CNB) desarrolla dos eventos muy importantes. A saber, uno con tres selecciones constituidas por los mejores peloteros en el país, de tres meses de duración, preparatorio para los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y la próxima SNB; y el Sub-23 Nacional, previsto como torneo de desarrollo de jóvenes figuras. No hay que abundar en la trascendencia de cada uno de éstos.
Son dos magníficas acciones de nuestro organismo rector del deporte nacional que lamentablemente ha mostrado notables lunares en su organización y desarrollo. Alojamiento, transportación, uniformes y alimentación cuentan entre los aseguramientos que no se han ejecutado con el detalle requerido.
El accionar también lo oscurecen no pocas insuficiencias en la calidad el desempeño de los atletas de manera tal que se repiten pésimos resultados en indicadores de competencias anteriores, tan importantes como la eficiencia de los lanzadores y calidad de la defensa. Si a esto sumamos los errores tácticos y estratégicos en realidad el saldo no es para nada positivo, es decir, están muy lejos de lo necesitado y esperado.