Pablo Emilio Escobar Gaviria es responsabilizado por más de 10 mil muertes, dar carácter empresarial al narcotráfico y desarrollar el narcoterrorismo
Mi nieto recién pasó unos días en Caibarién como parte de sus vacaciones. Desde allá me llamó por teléfono para saber como estábamos y también informarnos de sus quehaceres. Cuando me preguntó ¿Qué haces?, para darle algo de envidia, quise notificarle una primicia: ¡Aquí mirando los episodios de Pablo Escobar Gaviria! A lo que de inmediato, para mi sorpresa, me contestó: ¡Yo también, voy por el capítulo 47, ¿y tú?!
Ante todo es impresionante la magnitud y rapidez de la expansión en Cuba de esta serie generada en Colombia y reproducida aquí por DVD´s, memorias flash y discos externos, a partir de personas que las bajan por Internet e incluso, un allegado que visité el sábado, alabando su moderno televisor, lo encendió y me comentó: “Mira, por este canal me entran -en vivo- los episodios de Pablo Escobar”.
La serie es una creación millonaria del Canal Caracol y trata de presentar las acciones más criminales del Cartel de Medellín y en especial de su jefe, el creador del narcoterrorismo, a quien se le achacan, de forma directa e indirecta, las muertes de más de 10 mil personas. “El patrón del mal era hace unos días la oferta más vista en Colombia, respaldada por un promedio de de 62,7% de televidentes, lo que representa unos 11 millones de espectadores. De forma simultánea se exhibe en México y Estados Unidos. Fue filmada en Bogotá, Medellín y Miami a un costo promedio de unos 170 mil dólares por capítulo.
La producción es de Juana Uribe Pachón, hija de Maruja Pachón, retenida por la banda delictiva del zar del narcotráfico. Es también sobrina de Gloria Pachón, la esposa de Luis Carlos Galán, el candidato presidencial “dado de baja” por matones subordinados al capo mafioso; mientras que el guionista es Camilo Cano, hijo de Guillermo Cano, periodista, editor y director del diario colombiano El Espectador, también ejecutado por la organización de boss de los facinerosos de Medellín.
Según la productora El patrón del mal no pretende idealizar la imagen del narco, como muchos sectores de la sociedad han tratado de señalar. Por el contrario, dice, el mostrar al personaje en todas sus facetas lleva al público a entender “el tamaño de monstruo que era”. Ella no deja de reconocer que “…hay unos capítulos en los que la gente siente una fascinación por ese personaje” para después añadir: “… y luego entienden el mal del que era capaz». «Creo que hemos logrado hacer un Escobar de verdad y mostramos al delincuente en toda su dimensión”.
Lo cierto es que la turbulenta vida de Escobar ha traído a la palestra colombiana la discusión sobre la necesidad y el peligro de la reiteración de las series sobre narcotraficantes y sus carteles. Por la televisión del hermano país han pasado series como Sin tetas no hay paraíso, El Cartel de los sapos, El Cartel, La Reina del Sur y otras.
El cura Juan Carlos Velásquez que labora en la resocialización de jóvenes delincuentes explicó que: «Los jóvenes de zonas de conflicto están fascinados con esta serie. Se identifican con el personaje de Pablo». Cree que poner el acento en Escobar, y mostrarlo desde su humilde infancia, facilita la empatía con una persona acusada de miles de asesinatos y atentados indiscriminados en su feroz resistencia a la extradición. «Puede que ayudara a construir viviendas, iglesias, canchas de fútbol, pero en la serie no veo el daño que causó. Cuando hay un asesinato no veo el dolor que hay detrás».
Para el activista social Jaime Fajardo, la serie «tiene aspectos históricos interesantes pero lo mejor es no volver tanto a la historia y a los personajes sino ir a los problemas estructurales» que el narcotráfico sigue planteando.
Andrés Parra, el actor que personifica a Escobar en la miniserie de TV, vivió ese afecto hacia el capo durante el rodaje en barriadas de Medellín: «En esos barrios se siente el cariño y la nostalgia de mucha gente humilde y necesitada. Creo que al verme imaginaron que él volvía a estar allí. Se tomaron fotos y me dieron las gracias por actos de él».
Christian Tappan, intérprete de Gonzalo Gaviria, primo de Pablo Escobar, hablando sobre aquella década del 70 al 80, dice: “No podíamos ir a los centros comerciales porque había perros, te esculcaban todo, era un temor, un miedo muy bravo. De repente estar en un lugar rodeado de jóvenes y llegar un sicario a cobrar una cuenta y uno estar mal parado. Por donde lo veas, para nosotros fue muy difícil crecer en esta generación. Yo no veo realmente justificaciones a un personaje como Pablo Escobar, ni siquiera al principio de su historia”.
Por mi parte pienso que uno de los crímenes mayores del jefe del Cartel de Medellín no se muestra en la serie con todo su crudeza. Busqué en el libro Vindicación de Cuba (*) para precisar un dato muy importante: en esa época del mandato pleno de Pablo Emilio Escobar Gaviria, había en los Estados Unidos de Norteamérica -destino principal de la cocaína que producía, transportaba y comercializaba-, 23 millones de drogadictos. ¿Cuántos hombres y mujeres desgraciados? ¿Cuántas vidas rotas? ¿Cuántas familias destrozadas por el afán de enriquecimiento de aquellos criminales?
La fortuna personal de Escobar se calculaba en 3 mil millones de dólares, y el valor del comercio de las drogas en 10 billones de dólares. Aún se le achacan a este asesino muchos de las acciones criminales que ocurren hoy como secuela del narcoterrorismo que creó.
La drogadicción es desde entonces uno de los mayores flagelos de la sociedad , Colombia aparece entre los países de mayor producción y tráfico, los Estados Unidos de Norteamérica continúan siendo el consumidor por excelencia y Europa se estremece al influjo de los estupefacientes llegados de todas partes del mundo.
Mientras, enormes fortunas continúan amasándose por imperios multinacionales donde se agrupan productores, traficantes, distribuidores, entidades que lavan el dinero proveniente del infame comercio, y políticos y autoridades corruptas que permiten el criminal quehacer.
No permitamos que el carisma, la acumulación vertiginosa de riquezas y las demostraciones omnipotentes de poder, del Zar del Cartel de Medellín, distraigan la atención de las desgracias que conllevan el narcotráfico y el narcoterrorismo, y aún más, a la génesis del fenómeno del narcoestado: las desigualdades y desventajas sociales.
(*) Vindicación de Cuba, libro publicado a tenor del juicio de la Causa 1 de 1989, con toda la información disponible sobre el proceso efectuado en jurisdicción militar, por la conexión de unos pocos oficiales de las FAR y el MININT con Pablo Escobar y secuaces, para introducir drogas en los Estados Unidos de Norteamérica usando a nuestro país a modo de lugar de tránsito. Como resultado del proceso judicial militar, y la negación de conmutación o indulto primero por la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo Popular y después por el Consejo de Estado de la República de Cuba, fueron ejecutadas tres (3) sentencias de muerte. Además fueron sancionados a prisión varios de los encausados: con penas de 30 años de prisión seis (6), a 20 años tres (3) y a diez años uno (1). Editora Política. Obra revisada y ampliada. Ciudad de La Habana, Cuba, 1989.