Por Pedro Hernández Soto
En nuestro país las “vacaciones” se califican a las disfrutadas en los meses de julio y agosto de cada año, para nada las de sus finales o Pascuas.
Son días de ocio y en ese espacio de tiempo -el de mayor calor (siempre se dice que es más fuerte que nunca antes)- hay que ir a la playa, ya sea usted niño, adolescente, persona mayor o longevo; de piel blanca, negra o mestizo; más o menos poderoso económicamente; procedente del campo o la ciudad.
Es cierto que la inmensa generalidad son jóvenes que invaden las costas de todo el país (arenosas o puro “diente de perro”) y también hay cubanos que se autocalifican y consideran a sus coterráneos en una “posición social” de acuerdo a la calidad del lugar que se visite, el tiempo que allí estén y los gastos en que incurran. Al igual que hacen para con la marca y el año del auto que utilizan, aunque no sea propio. Ellos viven ese “pedacito”.
Otros por el contrario tratan de ocultar su ida a una instalación de primera -incluso hasta a la familia-, como si tal acción fuese algo vergonzante o repudiable. Nada, en este sentido somos un mosaico. Hay en Cubita la bella de todo, “como en la viña del Señor”. Read the rest of this entry »