Por Jorge Gómez Barata
Setenta y dos años atrás, en el más absoluto secreto, Estados Unidos fabricó tres bombas atómicas, realizó la prueba de una de ellas y elaboró la decisión para su empleo contra Japón. A pesar de la Guerra Fría, las crisis de Suez, Berlín y de los Misiles en Cuba, las guerras de Corea y Vietnam, la intervención soviética en Afganistán, tensiones con Irán y conmociones como la del 11-S, la terrible experiencia no se ha repetido. ¿Por qué?
Al margen de los debates acerca de si el bombardeo atómico contra Japón estaba o no militarmente justificado, lo cierto es que ocurrió en el contexto de la II Guerra Mundial y la lucha contra el fascismo, la más terrible amenaza experimentada por la humanidad. Nunca más se ha configurado un escenario así que tampoco existe hoy.